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Las multiples posibilidades de la trufa para emprender en el medio rural

Estamos en Vistabella del Maestrat, el pueblo más alto de la Comunidad Valenciana. Aquí nacieron Nerea y Rocío Moliner, dos hermanas que siempre tuvieron claro que querían establecerse y desarrollarse profesionalmente en su lugar de origen.

Cuando Rocío acabó Ingeniería Forestal y de Montes regresó a casa con una idea muy clara y, aunque los comienzos fueron duros, su empresa, Agroforestal de Penyagolosa, salió adelante. Se trata de una sociedad limitada, compuesta por una cooperativa de trabajo asociado, Forest Tuber, con dos gestoras, las hermanas Moliner.

Agroforestal de Penyagolosa funciona desde hace cinco años y se dedica principalmente al cultivo de la trufa negra de forma ecológica, en secano y en alta montaña. Ofrece servicios de truficultura, asesoramiento y gestión de plantaciones truferas, y cuenta además con un vivero propio dedicado a la producción y comercialización de plantones de carrasca.

Como indica Rocío, “estamos a 1.300 metros de altitud, el clima es muy extremo y los sistemas que manejamos son de estricto secano, por lo que nos vemos obligadas a producir solo tres o cuatro meses al año”. Con este panorama, había que buscar soluciones para conseguir una mayor estabilidad, basada en diversificar y establecer sinergias con entidades y productoras de la zona. Así pudieron desarrollar una actividad que ocupase todo el año centrada en la elaboración de productos derivados de la trufa y en completar su actividad con formación y hostelería.

Texto: Rosa Ruiz / Fotografías: Agroforestal de Penyagolosa

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Rocío Moliner, con una trufa recién recolectada y sus perros.

Nerea Moliner, trabajando con plantones de encina. En sus micorrizas se inocula el hongo que generará nuevas trufas.

Rocío Moliner, impartiendo una clase sobre cultivo ecológico de hongos en Almassora (Castellón). La formación, en un aula o en su finca, es otra de las actividades que desarrollan.