Sumario

En Primera Persona

Sara Cortés Bel

Coordinadora del proyecto
Jóvenes Dinamizadores Rurales

“Nuestra red es un proyecto para empoderar a los jóvenes”.
“Lo bueno es que la gente pueda vivir donde quiera y no tenga que renunciar a hacerlo en un pueblo porque no tiene trabajo o vivienda”.
“Uno de nuestros objetivos ha sido siempre que se sintieran orgullosos de ser de pueblo y creo que está muy conseguido”.

Texto: Ismael Muñoz / Fotografías: Sara Cortés Bel

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Jóvenes Dinamizadores Rurales es una red de jóvenes y profesionales del desarrollo rural en Aragón. Trabajan desde 2010 para dinamizar la vida social y profesional en las zonas rurales a través de formación y participación social y, desde entonces, no han dejado de crecer en participantes y proyectos.

Sara Cortés Bel, su coordinadora, desvela algunas de las claves de su éxito: crear orgullo de pueblo, favorecer el arraigo y dar soluciones concretas desde el trabajo en común de los jóvenes rurales.

¿Cómo surgió este proyecto y cuántos programas hay en marcha?

El inicio fue el programa Antenas Informativas. Son jóvenes de 14 a 17 años que se encargan de recoger información de los técnicos del proyecto y se la hacen llegar a otros jóvenes de su localidad. Durante el año, ellos organizan actividades los fines de semana que sirven como encuentro con jóvenes de otros pueblos. Con estas actividades se dan cuenta de su capacidad de organización y se fomenta en ellos un arraigo porque hacen algo que tiene un impacto positivo, es muy motivador.

Ese es uno de los programas dirigidos a los más jóvenes; también está Made in Rural, para los emprendedores sociales.

Exacto, es para jóvenes de 18 a 32 años interesados en poner en marcha un proyecto social en su territorio. Les damos formación, ideas, ejemplos, asesoramiento y apoyo económico para que lo desarrollen, pero deben ser ellos los promotores que convenzan a los demás de que su idea merece la pena. Queremos que tomen las riendas, lo cual es un problema porque es difícil y porque no hay muchos jóvenes interesados. Nosotros no somos una agencia de actividades juveniles, somos un proyecto para empoderar a los jóvenes, ofrecer herramientas para que lideren su proyecto

¿Hay continuidad en los más jóvenes para pasar de un programa a otro?

Es uno de los puntos fuertes del proyecto: trabajamos con ellos desde los 14 años, dándoles la posibilidad de que sigan desarrollando sus proyectos en diferentes programas de Jóvenes Dinamizadores Rurales. Es un recorrido fantástico: jóvenes que primero han sido antenas informativas después han pasado a Made in Rural y han puesto en marcha su proyecto.

El último paso sería la Era Rural, una comunidad de apoyo a emprendedores, que abarca edades más adultas, hasta los 40 años. Es gente que tiene detrás toda una mochila de compromiso social y piensa en un proyecto que no solo genere beneficio económico, sino que reporte un beneficio social a su comunidad. Con Era Rural creamos una comunidad de apoyo, con servicios de visibilidad, ayudas económicas y asesoramiento. Estamos impresionados por cómo esta red, a pesar de las dificultades de la pandemia, se ha convertido en una herramienta de contacto para encontrar profesionales y contratar sus servicios.

¿Existe una disyuntiva entre ser de pueblo o de ciudad, una cosa excluye a la otra o se pueden combinar?

Necesitamos a las ciudades y ellas nos necesitan a nosotros. Hay que ser flexibles y acomodarse. Lo bueno es que la gente pueda vivir donde quiera y no tenga que renunciar a hacerlo en un pueblo porque no tiene trabajo o vivienda. Tenemos un proyecto medioambiental en Almonacid de la Cuba (Zaragoza) con dos jóvenes que viven en Zaragoza, otro en Barcelona, otra en Berlín, otra en Londres y cuatro en el pueblo. Todos han ejecutado el proyecto con 3.000 euros a partes iguales. No viven en el pueblo desde hace años, pero vuelven todos los veranos. También es válido para nosotros.

¿Qué caracteriza a los jóvenes que se acercan al proyecto?

Son personas con inquietud, compromiso y arraigo en el territorio. Lo de “me gusta mi pueblo” y “la vida rural es la mejor” lo llevamos siempre por delante, la gente está muy convencida. Siempre ha sido uno de nuestros objetivos, que se sintieran orgullosos de ser de pueblo. Hace muchos años que no lo trabajamos, creo que está muy conseguido en nuestro proyecto, pero también a nivel social.

¿Qué demandan los jóvenes para poner en marcha un proyecto en el pueblo?

Ayudas económicas y asesoramiento técnico. Las ayudas están, pero es muy difícil acceder a ellas, hay que conocerlas y apoyarse en un técnico que ayude a conseguirlas, que les solucione preguntas sobre fiscalidad, la forma de llegar a los clientes, cómo debe ser su imagen corporativa, etcétera. Es más difícil comenzar un proyecto en un pueblo que en la ciudad.

¿Y qué necesitan para que tomen la decisión de quedarse?

Empleo y vivienda. El empleo por cuenta ajena escasea en determinados sectores y el autoempleo no siempre es fácil. En cuanto a la vivienda, el gran problema es que, aunque existen casas vacías, sus propietarios no quieren alquilarlas por miedo a desperfectos o porque quieren mantener un vínculo con el pueblo, aunque solo sea para ir en verano. Y a nivel municipal apenas hay inversión en vivienda de alquiler.

¿Qué valor tienen las emociones para montar un proyecto en el pueblo?

Total, absoluto. La frase “proyectos con alma” es la que más se repite en los 700 proyectos que habré podido leer. Solo el hecho de estar en un pueblo tiene un trasfondo social increíble. Querer continuar con una actividad familiar o estar cerca de ellos tiene mucha carga emocional.