“La trashumancia ayuda al medio rural a adaptarse al cambio climático”


Felipe Molina

03 de Julio de 2020
Medio Ambiente

03.07.2020 •El ganadero Felipe Molina habla con la Red Rural Nacional sobre el arte de la trashumancia, una actividad de ganadería milenaria que opta a convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


La trashumancia está declarada a nivel estatal como “Manifestación Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial” desde 2017. Italia, Austria y Grecia han propuesto a la UNESCO que se considere “Patrimonio Cultural Inmaterial” ante la UNESCO al representar simbólicamente una forma de vivir que se expresa a través de una relación sostenible entre el ser humano y la naturaleza.

La trashumancia es una forma de pastoreo basada en la migración estacional de las personas y su ganado. Esta migración recurrente puede variar en distancia y tiene lugar entre regiones con diferentes condiciones climáticas. Siguiendo las vías pecuarias, los trashumantes proporcionan  a su ganado pastos de calidad durante todo el año. Además de asegurar que los animales reciban la mejor alimentación posible, se evita la sobreexplotación de los recursos de la zona.

Felipe Molina (Córdoba), biólogo de formación y ganadero de profesión, colabora estrechamente con la Universidad de Córdoba y su grupo de investigación acerca de los múltiples beneficios que conlleva para la ganadería y el medio ambiente la práctica de la trasterminancia, que es la modalidad de la trashumancia corta.

RRN: ¿Por qué la trashumancia mitiga el cambio climático?

Felipe Molina: Más que mitigarlo, ayuda a adaptarse a él. Como biólogo, pienso que contra el clima, no se puede luchar, pero sí desarrollar aptitudes y capacidades para adaptarnos a dicho cambio. Y en el caso de la trashumancia tradicional extensiva, frente a la ganadería intensiva que se desarrolla en naves, al practicarse en campo abierto y las 24 horas de los 365 días del año, modifica la relación con el entorno y la naturaleza de forma muy positiva.

RRN: ¿De qué beneficios en concreto hablamos?

F: En nuestro caso se reflejan en la conservación de la dehesa, que es la base de la ganadería extensiva. Las plantas disponibles para el pastoreo en la dehesa crean un manto de vegetación que protege el suelo y contribuye a la reducción de CO2. Si no hubiera pastoreo, se extendería la maleza, pero al haber trashumancia se mantiene una alfombra de vegetación que captura el CO2. Además, las semillas que se depositan bajo esta alfombra de pasto para el ganado luego fructifican de nuevo. Asimismo, la ganadería extensiva no agota los acuíferos y respeta las encinas para el bienestar de los animales.

RRN: ¿Qué tipo de trashumancia practica su ganadería?

F: La trasterminancia, que es un tipo de trashumancia corta y que finalmente es la que está subsistiendo en España. Son cortas porque se recorren pocos kilómetros y suelen hacerse en campos dentro de la misma provincia.

RRN: ¿En qué ha afectado la pandemia de la COVID-19 este año a vuestra actividad?

F: Este año muchos compañer@s se han desplazado en camiones para evitar el paso por zonas infectadas. Y sobre todo lo hemos notado en la venta de cabezas de ganado. Nuestro sector depende de la restauración, por lo que la apertura de estos establecimientos es proporcional a cómo nos vaya a nosotros. Yo siempre digo que el cordero es una carne social, una comida social. Requiere de buenas sobremesas y tranquilidad en el restaurante. Es un producto que apenas se consume en casa. Y con las nuevas normas de limitación del tiempo en los bares, la gente come más deprisa porque han de dar paso al siguiente turno, por lo que el cordero se está viendo muy afectado. 

RRN: ¿Cómo observa el relevo generacional en el sector de la ganadería trashumante?

F: Difícil. Pienso que es un oficio muy bonito, aunque sea duro, y que los jóvenes lo soportarían bien si tuviesen un buen sueldo detrás. En Córdoba, 50 ganaderías practicaban la trashumancia. Hoy sólo quedamos 5 ganaderías haciéndola.

RRN: ¿Cómo es una jornada de camino para un trashumante? ¿Qué nos puede contar de ese viaje de ida y vuelta que emprenden?

F: La trashumancia es muy bonita durante el camino, aunque más dura una vez instalados. Cuando yo salgo de la finca, me suelen acompañar estudiantes universitarios, padres con sus hijos, e incluso periodistas. Salimos unas 30-40 personas. Pero apenas unos kilómetros. Una vez nos instalamos, nos quedamos sólo 3 personas para 2.000 ovejas. Nos turnamos durante 24 horas para vigilarlas. Actualmente, ya no existen cortijos ni gente viviendo en ellos para instalarnos, por lo que alquilamos las casetas de obras de los cortijos, que tienen luz, agua y aire. En nuestro recorrido solemos pasar por 10 fincas distintas. Y siempre llevamos un corral portátil de finca en finca. Nuestro período de trashumancia es de 4 meses. Lo que sí tengo claro es que la trashumancia es muy vocacional y, además, se hace siempre pensando en el bienestar de los animales.